La enfermedad Cardiovascular sigue siendo la enfermedad más prevalente en países ricos, emergentes y pobres; por excesos en los primeros y carencias con mala calidad alimentaria y de vida en los últimos.
Como medica siempre he puesto el foco en la prevención cardiovascular y en el valioso complemento del diagnóstico por imágenes en cardiología para el manejo clínico de los pacientes, pues me ayuda a mostrarles lo que está ocurriendo con sus arterias y en su corazón.
Tras muchos años de experiencia clínica en el consultorio, puedo asegurar que es necesario completar los tratamientos médicos con una mirada que abarque todos los aspectos del ser humano, ya que solo desde ahí se puede acceder a la búsqueda del bienestar.
Mis pacientes lo saben; dedico mucho tiempo de la consulta trabajando en todo aquello que ayude a mejorar su calidad de vida. En ocasiones no es posible evitar la evolución de la enfermedad, pero se puede minimizar su impacto mediante una interacción más sana del cuerpo con el ambiente.
La práctica responsable de la medicina ha cambiado a través de los años. Los médicos debemos estar actualizados y estudiar para proponer a nuestros pacientes los mejores tratamientos como así también ser promotores de estilos de vida más saludables. Sin ellos la farmacología o los procedimientos invasivos no tienen durabilidad ni sentido. No sirve si solo abrimos una arteria, quitamos lo que provoca la arritmia o bajamos los registros malos de presión / colesterol con fármacos. Para generar una transformación real hay que acompañar los tratamientos con cambios perdurables en nuestros hábitos. Intentar vivir mejor.
El trabajo multidisciplinario que abarque no solo el tratamiento cardiovascular sino la reeducación alimentaria, la movilidad corporal, la sanidad intestinal, el buen descanso y el cuidado de la mente y las emociones logran que las personas puedan reconstituirse de una forma más global tomando el control de su salud más allá de sus diagnósticos, porque estoy convencida que a las personas no las define la enfermedad que padecen, sino la ACTITUD de cambiar lo necesario para convivir con ella.